lunes, 11 de julio de 2011

HERMANOS DE LUZ O CAPUCHONES

 







Desde esta página me gustaría dedicar un homenaje al personaje, para mí, más importante de  nuestra Semana Santa de todos aquellos cuantos forman el cortejo procesional de la Estación Penitencial de nuestras cofradías pasionistas.  Y esta figura no es otra que la del hermano de luz o capuchón como es más comúnmente conocido.

Figura anónima, poco lucida, callada, sufriente en silencio en el fondo de su corazón y que va ofreciendo durante las largas horas de estación de penitencia sus más sentidas plegarias a sus Titulares por sus más privadas intenciones. Figura que nació a la vez que nuestras cofradías pasionistas allá  por la segunda mitad del siglo XVI siendo una de las figuras más importantes del desfile procesional porque iba alumbrando las imágenes Titulares cuando no existía alumbrado público por las calles de nuestro Cáceres del siglo de oro. Los hermanos cofrades de nuestras cofradías podían acompañar a sus imágenes titulares haciendo penitencia de dos formas, bien como hermanos disciplinantes o de sangre que flagelaban físicamente su espalda para cumplir la penitencia o bien como hermanos de luz que realizaban el acompañamiento a Nuestro Señor o a su Madre alumbrando su paso mientras rezaban las estaciones del Vía Crucis o el Santo Rosario.

Hoy día, existen muchas personajes que forman parte del cortejo procesional de una cofradía: el cuerpo de acólitos, los hermanos de carga, las bandas de música, el consiliario, las mantillas y, por supuesto, los Capuchones pero sin restar importancia a ninguna de las otras figuras ninguna es tan importante en el significado más profundo de las procesiones de Semana Santa que la del hermano de Luz o Capuchón.

El sentido de nuestros desfiles procesionales no es otro que el de dar culto público a nuestras imágenes titulares que representan momentos de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo y de la Santísima Virgen María y la cofradía rinde culto público a sus titulares a través de los hermanos de Luz que van alumbrando y orando durante el recorrido penitencial. En Cáceres tenemos un ejemplo muy claro y plástico de lo que era una procesión penitencial en sus orígenes y donde el significado de alumbrar cobra su más verdadera esencia y es con la cofradía del Cristo Negro en la noche del Miercoles Santo.

Se podría entender una procesión pasionista sin hermanos de Carga porque la imagen Titular saldría a ruedas, por ejemplo, no sería tan bello, pero la imagen saldría a las calles a que se le rindiera culto públicamente. Se podría entender una procesión pasionista sin bandas de música ya que saldrían en silencio sólo roto por los rezos y oraciones. Se podría entender una procesión pasionista sin mantillas, ya que las hermanas podrían acompañar a las imágenes sin esta vestimenta. Pero no se entendería una procesión pasionista sin los hermanos de luz.

Así pues, ¿qué falla en nuestra ciudad para que cada vez esté más descuidada esta figura y nuestros desfiles procesionales estén cada vez más carentes de una de sus figuras principales? ¿Tal vez las cofradías se vuelquen demasiado en otras facetas y no cuiden la figura del Capuchón o no se preocupen lo suficiente en fomentar de esta forma la participación en nuestra Semana Santa?¿O es que las propias cofradías han olvidado cuál es su función fundamental de dar culto público acompañando y “alumbrando” a sus imágenes titulares?

Así pues, aquí lanzo esta reflexión para la proxima Cuaresma.

HERMANOS DE CARGA








Un Hermano de Carga no es una persona especial, con unas cualidades determinadas, es una persona normal que se caracteriza por tener una ilusión hacia una imagen determinada (o varias com nosotros en Cáceres), a la cual puede llevar en su hombro durante todo el recorrido de la procesión. Pero un Hermano de Carga no sólo lo siente, sino que además lo vive; cree en lo que hace, y nada ni nadie puede ensombrecer el momento de coger al Cristo, la Virgen o el paso de Misterio, el momento de mecerlo, de bailarlo y de llevarlo hasta donde Él se merece.
Es un momento donde todo se puede confundir, donde sólo estás tú y la noche, nada más. Es el momento de los Hermanos de Carga.
La forma de andar de los pasos es siempre la misma, dándole un mecido muy fino y elegante, el paso muy corto y nunca forzando el mecido, tan solo el que se le puede dar con el mismo andar de los Hermanos de Carga, menos en algunas partes de una marcha en la cual se puede dar un poco más de cintura cuando la marcha lo requiere.