Jesucristo Murió en Cáceres.
La ciudad de Cáceres (Extremadura, España) acoge un tesoro en su Ciudad Monumental amurallada, reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Es uno de los más importantes destinos de turismo histórico-cultural de todo el país, y pertenece a varias redes como la Red de Juderías de España “Caminos de Sefarad” (red de ciudades con legado sefardí), Ruta Vía de la Plata (ruta histórica secular, de hecho está considerada la Ruta Mozárabe del Camino de Santiago) o el Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España. Sus orígenes se remontan al Paleolítico Superior, con restos hallados en la Cueva de Maltravieso, y como núcleo urbano, al año 34 a.C. con la fundación de la colonia Norba Caesarina.
La Semana Santa de Cáceres presenta una marcada identidad propia (estilo cacereño), basada en la armónica combinación entre los estilos andaluz y castellano. Esta identidad se refuerza con una significativa variedad en los hábitos y vestimentas (en Cáceres se puede ver a cofrades con hábito hebreo, benedictino, dominico, con capuchón, verduguillos o con la cara descubierta); variedad en los estilos artísticos de la imaginería (desde góticos muy antiguos, barrocos, renacentistas, neobarrocos, hasta ejemplares nuevos pero no por ello menos valiosos).
Las procesiones se realizan con imágenes de gran valor histórico-artístico: casi el 40% de ellas son anteriores al siglo XVII; entre éstas cabe destacar cuatro Cristos crucificados góticos del siglo XIV, cuatro joyas procesionando con setecientos años a cuestas.
Las Cofradías cacereñas, compuestas por unos quince mil hermanos (en una ciudad de noventa mil personas), son las encargadas de hacer realidad esta fiesta, que preparan cada año con mayor ilusión. Algunas de ellas son antiquísimas, y llevan procesionando ininterrumpidamente desde hace siglos: hay dos cofradías del s. XVI, y otras tres aún más antiguas, de los años mil cuatrocientos. La Cofradía decana es la del Nazareno, cuya existencia se remonta a 1464.
Pero si algo distingue las procesiones cacereñas y las hace únicas en España, es el marco incomparable por el que discurren, la Ciudad Monumental de Cáceres, uniendo de esta forma, la belleza de la arquitectura histórico-artística cacereña con el sentir de esta fiesta religiosa. La mayoría de las procesiones transitan por el interior de la ciudad amurallada, lo que confiere a los recorridos una ambientación y una escenografía singulares, únicas, que no pueden verse en ninguna otra ciudad española. Entre sus iglesias y conventos, torres, lienzos de muralla, palacios medievales, callejones y plazuelas, hay recorridos que por sus formas y luces se asemejan sorprendentemente a lo que podrían haber sido las vías dolorosas de Jerusalém.
Hay que recordar que el turismo de Cáceres no es masivo en la actualidad; para aquellos que no gusten del bullicio de la fiesta, la ciudad ofrece lugares donde pasear en silencio, con soledad, entre rincones increíbles, calles estrechas y plazas sorprendentes. El estilo peculiar de esta Semana Santa es exactamente coincidente con eso, un estilo sobrio, en general silencioso, muy armónico con los espacios por los que discurre.
En resumen, un modelo de festividad que fomenta un turismo cultural de calidad, respetuoso e integrado con el entorno patrimonial; un turismo muy participativo, muy proclive a la experimentación de sensaciones increíbles de recogimiento, dolor o emoción, un auténtico despertar de sentidos y emociones incluso para personas no religiosas o no creyentes.
Alguien escribió que la Ciudad Histórica de Cáceres parecía estar hecha a la medida para revivir la Pasión del Señor, y bien podría decirse recíprocamente, que las procesiones más singulares parecen estar hechas para ir precisamente por estas antiguas calles…Jesús -a lomos de un burro- entra entre palmas por una puerta de barro y piedra de la muralla vieja, cada Domingo de Ramos, y sale por la misma puerta camino de su Calvario, camino de su Muerte, al Viernes siguiente. Cuesta tan poco –viéndolo aquí- sentir cómo debió ser…
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