TDtieciséis horas de besos y oraciones, mayores y jóvenes, funcionarios y desempleados, comerciantes y amas de casa, grupos de escolares, ancianos y discapacitados... El besapié a Jesús Nazareno volvió a demostrar ayer la devoción que profesa Cáceres a esta imagen desde hace cuatro siglos en el templo de Santiago, por el que pasaron 7.000 personas entre el amanecer y la medianoche.
La talla fue adquirida por la hermandad en 1609 al escultor Tomás de la Huerta, y es la que más sentimientos despierta entre los cacereños, junto con la patrona. Quizás por el excepcional realismo de su rostro, por su larga historia y por su calidad artística, tan reconocida dentro y fuera de Extremadura. Ayer llevaba su mejor túnica, regalo de la cofradía, bordada en un convento hispalense y guardada celosamente durante todo el año por las clarisas cacereñas. Portaba su cruz de carey con remates de plata, también realizada en Sevilla allá por 1765.
"Vivo en Antonio Hurtado, me acerco andando y no falto ningún año", confesó Dolores en las puertas del templo. "Yo vengo desde chiquitina, cuando me traían mi madre y mi abuela. El Nazareno es como nuestro padre", explicó Pilar, otra cacereña que ayer se desplazó a la iglesia. Ambas llevaba sus estampas con una oración del pregonero de la Pasión 2013, Luis Jiménez Pulido, y una foto tomada por el hermano cofrade Juan María Rufo.
Destacó la ornamentación del altar, con sencillos lirios silvestres colocados por la mano experta de Sergio Bejarano entre hiedra, tapices, cirios y los cuatro extraordinarios faroles que iluminan el paso en la
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